SOBERANA ORDEN
beato Gerard En su larga vida, la Orden ha cambiado de nombre en varias ocasiones. Conocidos como Hospitalarios de Jerusalén hasta 1309, fueron llamados luego Caballeros de Rodas de 1309 a 1522 y Caballeros de Malta desde 1530 a la fecha actual. Los eruditos no se ponen de acuerdo sobre el origen de esta Orden. El fundador fue Gerald o Gerard cuyo lugar de nacimiento y apellido se han investigado en vano. Su título de fundador está autentificado por un documento contemporáneo - la Bula de Pascal II - fechado el 15 de febrero de 1113 y dirigido a "Geraudo institutori ac praeposito Hirosolimitani Xenodochii". Éste no fue el primer establecimiento de su clase en Jerusalén. Antes de las cruzadas, los mesones (hospitia o xenodochia) eran indispensables para albergar a los peregrinos que acudían a los Santos Lugares y pertenecían a diferentes naciones. Se habla de un hospicio franco en la época de Carlomagno. Se dice también que el hospicio húngaro data de la época del Rey San Esteban (año 1000). El más famoso fue un hospicio italiano creado hacia el año 1050 por los mercaderes de Amalfi, quienes tenían ya entonces relaciones comerciales con Tierra Santa. Se ha tratado de conectar el origen de los Hospitalarios de San Juan con esa fundación, pero es dudoso que así fuera ya que los Hospitalarios tenían a San Juan Bautista por patrono mientras que el hospicio italiano estaba dedicado a San Juan de Alejandría. Por otra parte, los primeros adoptaron la Regla de San Agustín mientras que el hospicio tomó la Regla Benedictina. Como la mayoría de otras casas similares de ese tiempo, el hospicio de Amalfi dependía de un monasterio. En cambio el de Gerard fue autónomo desde el principio. Antes de las cruzadas el hospital italiano había decaído ya que estuvo sostenido únicamente por limosnas recolectadas en Italia. Gerard se benefició con la presencia de los cruzados y la gratitud de éstos hacia su hospitalidad, lo que le valió la adquisición de territorios e ingresos no sólo en el nuevo reino de Jerusalén sino también en Europa - Sicilia, Italia y Provenza -. galería de hospital en Jerusalén Gracias a los recursos acumulados por Gerard, su sucesor Raymond de Provenza (1120-1160) erigió edificios más espaciosos cerca de la iglesia del Santo Sepulcro y de ahí en adelante el hospicio se convirtió en un hospital mejor atendido por una comunidad. Habría que decir que los Hospitalarios de Jerusalén nacieron con Raymond de Provenza, autor de la regla que establece sólo su conducta como religiosos y enfermeros, sin mencionar la que se debe como caballeros. Dicha regla establece que el hospital debe mantener permanentemente cinco médicos y tres cirujanos. Los hermanos debían realizar las funciones de enfermeros. Raymond continuó recibiendo donaciones, lo que le permitió complementar su fundación con una segunda innovación. Sufragó el costo de una escolta armada para acompañar y defender cuando fuera necesario a los peregrinos que llegaban y partían. Con el tiempo se convirtió en un verdadero ejército. Estaba formado por caballeros reclutados entre los cruzados de Europa y sirviendo como caballería pesada y turcoples reclutados entre los nativos de sangre mixta, quienes hacían las funciones de caballería ligera armados a la usanza turca. Con esta innovación se originaron los grados militares más antiguos de la Orden: el de mariscal para dirigir a los caballeros y el de copler para dirigir a los turcoples. Posteriormente el Gran Maestre mismo participaba en las batallas. Gosbert (hacia 1177), quinto sucesor de Raymond, se distinguió como hombre de armas y Roger de Moulins pereció en el campo de batalla (1187). De esta forma la Orden de San Juan se convirtió imperceptiblemente en una orden militar sin perder su carácter hospitalario. Los estatutos de Roger de Moulins (1187) tratan exclusivamente sobre el servicio a los enfermos. La primera mención acerca del servicio militar aparece en los estatutos del noveno Gran Maestre, Alfonso de Portugal, hacia el año 1200. En estos estatutos se hace una marcada distinción entre los caballeros seculares, externos a la Orden, quienes servían sólo por un tiempo y los caballeros declarados, unidos a la Orden mediante un voto perpetuo y poseedores de los mismos privilegios espirituales que los otros religiosos. De ahí en adelante la Orden nombraba dos clases de miembros: los hermanos militares y los hermanos enfermeros. Los hermanos capellanes, a quienes se les confiaba el divino servicio, formaban una tercera clase. La Orden de San Juan se convirtió en una orden mixta en tanto que la Orden de los Templarios era puramente militar al principio. Los Templarios seguían otra regla monástica y vestían un hábito diferente: el hábito blanco de los cistercienses cuya regla obedecían, con una cruz roja, mientras que los hospitalarios usaban el manto negro con una cruz blanca. Cuando iban a la guerra, los hermanos caballeros ponían sobre su armadura una capa roja con una cruz blanca. Estos dos grupos se emularon desde un principio y pronto se convirtieron en rivales, lo cual tuvo mucho que ver con el rápido declive del reino de Jerusalén. Desde otros puntos de vista, ambas órdenes tenían el mismo rango en la Iglesia. Eran reconocidas como órdenes regulares y el pontífice les concedía privilegios, absoluta independencia de cualquier autoridad espiritual y temporal (salvo la de Roma), exención de diezmos, con derecho a tener sus propias capillas, clero y cementerios. A ambas se les asignó la defensa militar de Tierra Santa y numerosas fortalezas del país fueron ocupadas por ellas. En el campo de batalla compartían los puestos avanzados más peligrosos, tomando por turnos la vanguardia y la retaguardia.
Las tierras adscritas a una sola casa fueron puestas bajo el control de un caballero de la Orden, quien al principio fue llamado preceptor y luego tomó el título de comandante. Este oficial estaba encargado de recolectar las rentas, una parte de las cuales servía para sostener a su comunidad formada por un capellán y algunos hermanos. La otra parte estaba destinada a las casas de Tierra Santa. Esta última consistía en un impuesto anual e invariable llamado "responsions". Gracias a estos recursos provenientes de Europa, la Orden pudo sobrevivir a la caída del reino de Jerusalén que supuso la pérdida de todas sus posesiones en Oriente. Tras la captura de Jerusalén por Saladino en el año 1187, la Orden Hospitalaria pudo conservar únicamente las posesiones que tenía en el principado de Trípoli, las cuales perdió un siglo más tarde con la caída de Acre (1291). Sus miembros fueron obligados a buscar refugio bajo las órdenes del Gran Maestre, Jean de Villiers, en el reino de Chipre donde ya tenían algunas posesiones desde el tiempo de Ricardo Corazón de León. El Rey Amaury les asignó como lugar de residencia el pueblo costero de Limassol en donde había casado el rey inglés con la infanta Berenguela de Navarra. Al convertirse en isleños, los Hospitalarios se vieron obligados a modificar sus artes de guerra. Equiparon flotas para pelear contra los musulmanes en el mar y para proteger a los peregrinos que no cesaban de visitar los Santos Lugares. Pero fue realmente la conquista de la isla de Rodas por el Gran Maestre Foulques de Villaret lo que produjo una completa transformación de la Orden.
los Caballeros de Rodas (1309-1522) Los Caballeros de Rodas, sucesores de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén, se distinguían de estos últimos de muchas maneras. En primer lugar, el Gran Maestre de la Orden fue de ahí en adelante Soberano temporal de la isla de Rodas, la cual constituía un verdadero principado eclesiástico bajo la soberanía de los emperadores del Este. Aunque la primera preocupación de Villaret fue construir un nuevo hospital, el cuidado de los enfermos tomó un lugar secundario ya que los miembros de la Orden tenían poco tiempo para dedicarse a atender enfermos, salvo a los miembros de la comunidad. De ahí que el nombre de caballeros prevaleciera sobre el de hospitalarios. Esta característica se acentuó con la fusión de los Hospitalarios con los Templarios después de la supresión de estos últimos en 1312 por el Papa de Avignon Clemente V. Al mismo tiempo, esta fusión incrementó la riqueza de la Orden a la cual el Papa asignó las propiedades de los Templarios excepto en Aragón y Portugal. En Francia, donde Philippe IV le Bel pudo haberse apropiado de dichos bienes, la Orden logró la restitución sólo mediante grandes indemnizaciones a su hijo Luis I de Navarra y X de Francia . A partir de esta época, la organización de la Orden toma su forma definitiva: un cuerpo dividido en lenguas, prioratos y encomiendas. las ocho "lenguas" o naciones las enseñas de las naciones en la iglesia Las lenguas o naciones eran ocho (las siete iniciales de Provenza, Auvernia, Francia, Italia, Aragón-Navarra, Inglaterra con Escocia e Irlanda y Alemania, más la tardía incorporación en 1462 de Castilla y Portugal) y tenían su propio administrador. A cada una se le reservaba uno de los ocho grados supremos (a Provenza el de Gran Comendador; a Auvernia, el de Mariscal; a Francia el de Gran Hospitalario; a Italia el de Almirante; a Aragón y Navarra el de Abanderado. Castilla tomó luego el de Gran Canciller, Alemania el de Gran Administrador e Inglaterra el de Turcopolier). El Gran Maestre podía ser elegido de entre los caballeros de cualquier lengua y ejercía una autoridad suprema bajo el control no obstante del Gran Cabildo y con ayuda de varios consejeros. Cada lengua estaba dividida en prioratos y la cabeza de cada uno de ellos tenía derecho a recibir nuevos caballeros y visitar las encomiendas. Los prioratos eran veinticuatro y las encomiendas o subdivisiones de los prioratos 656. Estos puestos eran asignados por antigüedad. Después de tres campañas, conocidas como " caravanas ", se tenía derecho a una encomienda. Un cambio importante en el carácter de la Orden fue la transformación de los caballeros en corsarios. La piratería practicada por los musulmanes fue el flagelo del Mediterráneo, especialmente del comercio cristiano. Los Caballeros de Rodas armaron cruceros no solamente para perseguir a los piratas sino incluso para tomar represalias contra los comerciantes turcos. Cada vez con mayor audacia, hicieron incursiones en las costas y saquearon los puertos más ricos del oriente como Esmirna (1341) o Alejandría (1365). Pero en esta época surgió una nueva fuerza musulmana - los Turcos Otomanos de Iconio - que tomó la ofensiva contra los cristianos. Tras apoderarse de Constantinopla, Mehmet II dirigió su atención a la tarea de destruir Rodas, que era el terror del mundo musulmán. Bajo las órdenes del Gran Maestre Pierre de Aubusson repelió a todas las fuerzas de Mehmet II (hacia 1480). En 1522, Solimán II volvió al ataque con una flota de 400 barcos y un ejército de 140.000 hombres. Los caballeros sufrieron esta furiosa embestida con su habitual valor durante un período de seis meses, bajo las órdenes del Gran Maestre Villiers de L' Isle Adam y no se rindieron hasta agotar sus provisiones. Les fue perdonada la vida y se les permitió replegarse. En homenaje a su heroísmo Solimán II les prestó sus barcos para regresar a Europa. Se dispersaron a sus encomiendas y suplicaron a Carlos V que les concediera la isla de Malta que era parte de su reino de Sicilia. Esta soberanía les fue concedida en 1530. los Caballeros de Malta (1530-1798)
A partir de entonces, la historia de Malta se reduce a una serie de encuentros marítimos con los corsarios de Berbería. El mejor resultado era la entrega de cientos de esclavos cristianos encadenados como remeros en las galeras turcas. Como represalia, los turcos derrotados eran reducidos a esclavos y vendidos a las galeras cristianas que necesitaban remeros. Así Malta siguió siendo un mercado de esclavos hasta bien entrado el siglo XVIII. Se necesitaban mil esclavos sólo para equipar las galeras de la Orden. Se entiende fácilmente que el hábito de vivir en medio de estas escenas de violencia y brutalidad ejerciera una mala influencia en la moralidad de los caballeros de la Orden. La disciplina se relajó y el cargo de Gran Maestre se convirtió en un honor cada vez más arriesgado ya que las rebeldías dentro de la Orden eran frecuentes. En 1581, el Gran Maestre Jean de la Cassière fue hecho prisionero por sus propios caballeros, siendo la principal queja de éstos la expulsión decretada de algunas mujeres de conducta escandalosa. El voto de obediencia era algo más respetado que el de castidad. Una vez en posesión de alguna encomienda situada en el continente, los caballeros se independizaban de la autoridad del Gran Maestre y su relación con la Orden era entonces remota. Respecto al voto de pobreza, los caballeros eran reclutados de entre la nobleza, siendo las pruebas de su ascendencia examinadas con más rigor que su disposición religiosa. La riqueza de la Orden era a menudo el motivo de estas vocaciones. El declive de la Orden empezó con la confiscación de sus posesiones. Con la llegada del protestantismo, un grupo importante de encomiendas fue asignado a la nobleza protestante, como fue el caso de Bailiwick de Sonenburgo en Prusia. En otros países protestantes, la Orden fue suprimida. En los países católicos, los soberanos asumían cada vez más el derecho a disponer de las encomiendas ubicadas dentro de su jurisdicción. Finalmente Malta, como centro de la Orden dirigida por su Gran Maestre el Conde von Hompesch, tuvo que rendirse al general Bonaparte cuando éste llevó a cabo su expedición a Egipto (12 de junio 1798). La revolución francesa extendió la secularización de las propiedades de la Orden desde los países protestantes hasta un gran número de países católicos. El Zar Pablo de Rusia les asignó propiedades en sus dominios (1797) y a cambio fue elegido Gran Maestre, aunque su elección no fue reconocida por el pontífice de Roma. Desde ese momento, sería el Papa el que nombrara al Gran Maestre. De 1805 a 1879 no hubo Gran Maestre, restableciendo León XIII el cargo y otorgándolo al austríaco Geschi di Sancta Croce. En 1910, cuando Galeazzo von Thun Hohenstein desempeñaba el cargo, los requisitos de admisión a la Orden eran: nobleza, fe católica, mayoría de edad, integridad de carácter y la posición social correspondiente. Existían sólo cuatro prioratos: uno en Bohemia y tres en Italia. Aún entonces existían encomiendas y varías clases de caballeros con diferentes insignias, pero con la misma cruz de Malta de ocho puntas. El convento de Santa María del Priorato, en el Monte Aventino de Roma dominando el Tíber, pertenece a la Orden de los Caballeros de Malta. En Prusia, la encomienda protestante Baliwick de Sonenburgo desapareció en 1810, después de la secularización de sus propiedades. Sin embargo Federico Guillermo IV creó una nueva fraternidad llamada "Evangelical Johannittes" (1852) bajo las órdenes de un maestro (Herrenmeister) siempre elegido de entre la familia real y con un gran número de cargos adicionales. Para ser admitido en la Orden un aspirante debía cumplir un gran número de condiciones: nobleza por varias generaciones, posición social correspondiente, una cuota de admisión de 900 marcos, prueba de por lo menos cuatro años de caballero de honor, con lo cual se confiere el título de Caballero de Justicia. La primera obligación de los miembros era recolectar las contribuciones para el sostenimiento de los hospitales. Así, esta rama protestante de la Orden regresó al ideal de su fundador en la época de la primera cruzada. Además en tiempos de guerra, la Orden estuvo dedicada desde 1870 al servicio de ambulancias en el campo de batalla. En Navarra, las propiedades de la Orden pasaron a ser "bienes nacionales" por efecto de las leyes desamortizadoras de los regímenes liberales, de mediados del siglo XIX, siendo vendidas en pública subasta. Santa María del Priorato Construida a partir de 1765 según un diseño de Giovanni Battista Piranesi. Santa María del Priorato la cruz de Malta en la ermita de San Juan de Jerusalén en Cabanillas (Navarra) sellos de la Orden de Malta San Jorge preside la Capilla de la Lengua de Aragón y Navarra en la catedral de San Juan de Malta. |
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